12 de junio, día mundial contra el trabajo infantil.

Ha vuelto a saltar en las noticias por estos días que, en una fábrica china, de las que están fabricando objetos de promoción para las próximas olimpiadas, hay niños trabajando. La semana pasada eran unos trabajadores en régimen de esclavitud.

Sin querer en ningún momento defender a empresarios sin escrúpulos que emplean en sus fábricas niños, ellos son tan culpables como las compañías extranjeras que negocian unos precios por unas mercancías que valdrían mucho más en los países de origen, lugar donde están destinadas esas mercancías. ¿Tenemos en realidad necesidad de tener una camiseta que vale 1€? En China se negocian los precios hasta más allá del límite que se puede admitir.

Pero volvamos al tema del trabajo infantil: La mitad de los niños trabajadores del mundo lo hacen en la agricultura. En esos países sus padres están también en lo mismo: trabajando en el campo para que la familia pueda comer. El interés de los padres de sacar a sus hijos adelante, de tener una mejor vida es genuino en cualquier sociedad. Pero, ¡si esto es lo que mueve a la humanidad hacia delante! Y estos hijos luego lo devuelven, cuidándolos en la vejez.
Bien parece que queremos que hagan las otras culturas lo que nosotros, primer mundo, hacemos. Y hacerse responsable de sus vidas y su trabajo es una lección que se aprende de niños.

Según la OIT, Organización Internacional del Trabajo, define que trabajo infantil es “alguna clase de trabajo” hecho por ‘niños’ menores de 18 años. Aunque para UNICEF es cualquier trabajo realizado por niños menores de 12 años. Una definición más completa se encuentra en la convención 138, convención 182, de los derechos del niño.

Nuestros hijos a los 18 años se emplean directamente en el botellón y las salidas de los fines de semana que empiezan los jueves, que papá y/o mamá los mantengan, pagando gastos y universidades y viviendo en casa de los padres hasta unas edades que en otros países dan risa.

Empresarios que tienen empleados menores de edad o trabajadores casi en régimen de esclavitud los hay, pero no porque los contemple y proteja la ley china, sino porque hay empresarios depravados a los que debe caer el peso de la justicia.