Wednesday, November 11, 2009

La Cuba que he visto


Hacía tiempo que quería conocer Cuba y se me presentó la oportunidad de ir este pasado octubre de 2009. Fui con mi hija Leticia, que tenía que ir allí por motivos de trabajo y yo aproveché la oportunidad de conocer la isla, acompañándola.La grandeza que le queda a la ciudad de la Habana, sus edificios y sobre todo su gente, la familiaridad de una sociedad que nos hacía sentirnos como en casa, así como su alegría y buen humor ante todo: a lo malo y a lo peor (lo bueno es escaso), me hicieron soñar con lo que es Cuba. Compartimos con cubanos muchos momentos en los que tuvimos la sensación de que queríamos quedarnos allí.
Cuba es un país seguro en el que se deben tomar las precauciones normales con los bolsos y carteras, pero apenas hay delincuencia. Normal con el tipo de régimen que tienen.
En la Habana nos alojamos primero en el Hotel NH Parque Central, en Habana Vieja y luego decidimos tanto en la Habana y viajando por otras provincia (Cienfuegos, Trinidad y Viñales) quedarnos en “casas particulares”. Lo escribo entre comillas porque las casas particulares son eso que por su nombre indican: casas de familia registradas en las que pueden tener hasta dos habitaciones alquiladas a turistas y controladas por el estado. Cobran, las oficiales, de 20 a 30 CUCs, que es algo más de 20 o 30 $. Las encuentras por Internet, en el Lonely Planet y porque te dejas llevar por alguien al que llaman jineteros, las puedes encontrar. Jineteros son gente que se acercan a los turistas para conseguir algún CUC adicional que le permita ir a comprar a las tiendas que venden en CUCs. , que son las únicas que tienen algo. Te lo dicen directamente y ahí entra la voluntad de cada uno de dejarse llevar por ellos o ellas. También buscan hacer amigos o un rato de charla. Y otras cosas.
Con los restaurantes evitamos los “oficiales”, de largas cartas con sólo un plato de pollo en la cocina, lentitud en el servir y falta de interés total. Fuimos a cenar a “las paladares”, así en femenino. Son casas particulares que pueden recibir a clientes. Según la ley no pueden servir ni ternera o buey, que está reservado al glorioso ejército; ni langostas, que van para los turistas y cadenas hoteleras para ellos. Y se puede comer muy bien.Hay casas particulares y paladares no registradas (¿ilegales?), lo mismo que hay taxistas o chóferes, con la diferencia de que en vez de llevarse el “estado” su comisión, pues no se la lleva. No tengan miedo de usar a alguien ilegal, siempre y cuando esté bien recomendado. Al turista no le pasa nada por usar estos taxistas no registrados o ir a estos paladares. A quien les puede pasar algo es ellos. He visto como les sacaban de las playas pues quien la tiene que disfrutar es el ¿extranjero?. Los cubanos no pueden alojarse en los hoteles de turistas y una serie de injusticias que te hierven la sangre.
Para empezar a entender la Cuba actual tenemos que tener en cuenta que el salario mensual de un médico es de unos 25$. Con eso tiene que dar para comer, vivir en una casa, mandar a los niños a estudiar y poco más del día a día. La ventaja es que no hay centros comerciales donde gastar, escasas tiendas y comercio, raros los supermercados y los que hay, están desabastecidos y como no hace frío, pues hace falta poca ropa. No hay vallas de publicidad más que del Che Guevara y slogans políticos.
La economía de Cuba sobrevive de las remesas en dólares enviadas por los cubanos en el exterior y del petróleo que les envía Venezuela ahora. El turismo está contribuyendo a una entrada adicional de dólares. El turismo fue introducido con actividad económica en los 90, cuando Rusia retiró las inyecciones de ayuda y cayó el sistema comunista.
Las playas son maravillosas, si es eso lo que quieres conocer, pero la Habana tiene rincones, museos, daiquirís y lo que es mejor, su gente. Puedes hablar con cualquiera como si lo conocieras de toda la vida y te cuentan eso, cuentos. Sus historias, sus ilusiones, su resolver y su manera de hablar te cautivaran.
Las familias se visitan e intervienen todos a opinar en lo de todos: Vida familiar, problemas cotidianos, resolver la comida, algo de promiscuidad y música, aunque ahora, demasiado reguetón.
Para que esté completo este resumen de lo que puede ser ir a Cuba, me hace remarcar que: no vas a ir de compras y olvídate de la comida, ya lo harás cuando vuelvas a casa.Voy a comentar un dato que leo a la hora de juzgar situaciones sociales diferentes a las nuestras habituales: El HPI, es un nuevo indicador económico introducido en 2006 para mejorar los clásicos indicadores el PNB o GDP en sus siglas en inglés y el Índice de Desarrollo Humano (HDI), los cuales no se consideran ni sostenibles ni apropiados actualmente. Bueno, pues este HPI es el Happy Planet Index, es un índice de felicidad en el sentido de bienestar social, esperanza y satisfacción en la vida, huella ecológica o impacto medioambiental. El HPI fue citado en el 2007 por el Partido Conservador británico como posible sustituto del PNB.
Países con relativo nivel de satisfacción en la vida, como lo miden las estadísticas, encontramos que Costa Rica es el país de gente más contenta. Cuba ocupa el séptimo lugar y Estados Unidos el ciento cincuenta.
http://en.wikipedia.org/wiki/Happy_Planet_Index
Fidel parece que está vivo (con una diverticulitis complicada desde hace tres años, además de viejo) y tiene cogido por el cogote a su hermano Raúl. La situación política de Cuba es un tema tan sensible para hablar con los cubanos de dentro y fuera, por todo lo que hay que olvidar y perdonar, que lo único que me queda es desearles una transición a una democracia inmediata y pacífica.

HAZ TU VIAJE A CUBA ÚTIL: En Cuba no hay nada. Nada de nada. Antes de viajar, me puse en contacto con una ONG, “puente familiar hispano-cubano” que se dedican a enviar directamente medicinas y juguetes para niños. Reciben miles de peticiones diariamente de gente en Cuba que necesitan algo puntual y ellos intentan enviarlo. El medio de transporte que utilizan son los turistas que van a Cuba. Si quieres y tienes tiempo cuando estás allí, las puedes entregar directamente al niño o la familia y si no puedes, ellos pasan por el hotel a recogerlas. No lo olvides, si sabes de alguien que va a Cuba, ponte en contacto A parte te dan información sobre Cuba que siempre es buena recibir.
http://www.puentefamiliarconcuba.org/
Puente Familiar con Cuba - Organización No Gubernamental para el Desarrollo (O.N.G.D)

Teléfono: 91 315 43 65 Fax: 91 315 32 19
Email: info@puentefamiliarconcuba.org

HOTELES: En la Habana vieja, el “Parque Central” es el más moderno y cómodo. El clásico frente al malecón es el Nacional y lo mejor allí es la terraza y sus daiquiríes. Los hoteles y resorts de Varadero, supongo que son los estandares para los hoteles de esa categoría.
CASAS PARTICULARES REGISTRADAS: Hay muchísimas y lo que es mejor, te vas cuando quieres si no te gusta. Recomendar la que estuvimos en Trinidad, pues era una familia muy linda. Casa Privada Conchita 53 (01) 4199 3320. Recomiendo la experiencia de haber viajado a Cuba alojándome en casas particulares, en vez de ir a los resorts de Varadero, aunque mi lucha diaria por la comida hubiera sido resuelta.
PALADARES: Por mencionar en la Habana dos : Además de “La guarida” que se hizo famosa en la película “Fresas y chocolate” y “La cocina de Liliam” que es sorprendente, me gusto mucho el kitch de “La esperanza”… hay muchos otros, esto es por mencionar algunos.
SALIR DE COPAS: Hay que visitar el Parisien del Hotel Nacional para el show como el tropicana, al que no fui!. “El gato tuerto” para boleros y buen ambiente. No olvidar “la casa de la música” y los daiquiris del Hotel Nacional.
VUELOS: Pues no fue tan complicado a pesar del bloqueo. De Pequin/Hong Kong vía Toronto, hay vuelos diarios a La Habana. Desde Madrid, vuelan Iberia y otras líneas low cost. La Virgin desde Londres…
Si alguien necesita más información Email: caridadmartin@netvigator.com

Saturday, November 7, 2009

“Quien quiera pasar, que pase”

Hace veinte años yo vivía en la ciudad de Berlín. Habíamos llegado ese verano del 1989. Una de las primeras palabras que aprendí en el idioma alemán era “fluchtlinge”, pues la repetían una y otra vez en las noticias. Refugiados que huyen. Alemanes orientales que durante el verano del 89 se estaban pasando desde la llamada RDA a Checoslovaquia, Hungría, saltaban a Austria y de ahí a Alemania. Empezaron a decenas, luego a centenas y poco más tarde, a millares.
Mi hija Leticia tenía siete años y el entender que vivíamos en una ciudad que tenía una muralla que separaba dos mundos, lo vio como algo maligno y deseó que ese muro se cayera.
Ese es el deseo de cualquier persona que vea, visualice esos muros sangrientos que creamos los humanos. En aquella ciudad, por la que empezamos a hacer nuestros paseos para conocerla, el Reichstad, la Puerta de Brandenburgo, subirte a los miradores para mirar al otro lado, el check point Charlie, veíamos también las tumbas de los muertos que habían intentado saltar el muro, alguna con fecha reciente. Tengo las fotos, pero todavía no eran digitales. Parecía que estaban encarcelados. Y eso le impresionaba a cualquiera.
Le impresionaba hasta a ese ejercito, gobierno o quien fuera que cambiaron la orden el 9 de noviembre de 1989: “quien quiera pasar, que pase”.
Y así amanecimos, nueve de noviembre, después de dejar a los niños en el colegio, yo no sabía lo que pasaba y caminé a mi clase de alemán en el Instituto Goethe de la calle 18 Juni Strasse, cruzando el Ku´damm, que parecía una verbena a las 8 de la mañana. No funcionaban ni los semáforos que estaban naranja intermitente y había tráfico de travis y gente de la RDA (se notaba por cómo iban vestidos). Colas para ver los escaparates de la mercedes. Agotados los lebkuchen, dulce navideño típico alemán, antes del primero de diciembre. Nuestra vecina que trabajaba en el KDB, grandes almacenes berlineses, contó que tenían orden de la hacer vista gorda a pequeños hurtos de los otros berlineses. Con el pasaporte les daban 20 marcos para que pudieran gastar algo. Faltó comida. Sobró alegría.