Monday, February 22, 2010

Karibu, ONG en Madrid

Las OeNeGés ya no necesitan ayuda. Son otro negocio de nuestra sociedad actual.

Uno se da cuenta de que hay cosas que no funcionan bien y que hay gente que sufre por ello. Y de un vacío legal, de una incomprensión social o de una necesidad vital, existen organizaciones que ayudan a miles de gentes que necesitan una ayuda concreta y además primaria, y sin cuestionar el cómo, cuando y dónde, existen personas que ayudan en las ONG.

Eso era lo principal, no cuestionar, sino hacer. Pero yo las quiero cuestionar, porque esto fue una idea en su origen, hoy en día son sólo fundaciones personales con los fines de los que la dirigen. Ejecutan lo que les apetece que puede ser o no lo que se necesite.

Hoy he pasado por una ONG. Tengo tiempo y me gustaría emplearlo en algo que me haga sentirme útil este es el pensamiento que me movió.

Escogí Karibu pues los emigrantes subsaharianos, los negros en España, creo que son los que están más perdidos de la emigración ilegal en España. Otros colectivos tienen mejor comunicación con los locales. Los negros en general caen bien pero no se integran.

Bueno, pues delante de mi, a uno que se presentaba voluntario para acompañar a gente al médico o ayudar en lo que fuera, le dijeron que no necesitaban gente que hiciera ese trabajo. Con lo cual, cuando me tocó mi turno, no me sorprendí que me dijeran que tampoco tenían algo para mí.

Y supongo que este es parte de la idiosincrasia las ONGs: sólo si haces y piensas como ellos, puedes ser invitado a trabajar en su proyecto. Pero, ¿qué hay de la gente a la que dirigen sus ayudas?.

¡¡¡¡¡Qué pena que se rechacen voluntarios!!!!!

OTRA DE SPANISH FOOD: José María en Segovia


Pues llevo un mes de enero de visitas ahora que estoy aquí en Madrid, en el que paseo y me dedico a ser cicerone de amigos y amigos de amigos. Unos interesados en arte, otros en compras y otros en comida.

La inmersión cultural más profunda ha sido en este último tema: la comida. Y a ese punto me voy a referir.

Después de una interesante visita a la ciudad de Segovia, que sorprendió gratamente a un hombre de negocios británico de Zimbabue, con residencia en Peking, es decir, viajado y conocedor, nos fuimos a comer al restaurante José María un cochinillo. (Mi última experiencia en Cándido y peor en Casa Botín de Madrid, que asco, parecía chicle). El cochinillo es una delicia internacional. En China está presente en todas las buenas celebraciones, pero lo que más llamó la atención a “mis turistas” es el trato que en la carta que se le daba al cochinillo. Incluyo foto. Es un asunto cultural: ellos veían unos tiernos cerditos que todavía maman en las manos de sus depredadores y nosotros vemos, pues eso, comida.

Después de esa experiencia gastronómica y en otros diversos restaurantes que osaban traducir los menúes de sus cartas al inglés, llegué a la conclusión que no lo han hecho bien:

Angulas por “baby” eel o chopitos por “baby” squidd, trajo el comentario de qué teníamos en contra de los “babies” que los encontramos tan apetitosos. Una angula o un mini calamar nunca los vamos a encontrar “ricos”, como los cochinillos de la foto. ¡Y todavía me encuentro mucha gente en España que sólo come comida española porque el resto le da asco!

Mis amigos todavía se están riendo de los cochinillos de José María.

Tuesday, February 2, 2010

MADRID FUSION 2010-01-27: Educación en sabores, ¿cuándo?


La comida es algo muy serio. Más que el arte y más que la cultura. En la cocina como arte, hay dos ingredientes fundamentales: uno es la cultura y tradición y otro son los sabores.

El arte de componer un plato, emplatar, y de la composición más o menos armónica que el artista-chef realiza, lo dejo para otro apartado. Voy a tratar de la cultura en la comida y el sabor.

No hay quien dude que los sabores de la infancia, lo que comemos cuando somos niños, nos marcan para el resto de nuestras vidas. A cualquier españolito de mi edad le habló del regaliz, de los kikos y ¡las pipas! y todos añoramos los años aquellos (no sé si por la edad que teníamos). Y con las demás culturas ocurre exactamente lo mismo.

Se ha mitificado la comida japonesa, más por su puesta en escena y por ser una sociedad desarrollada, ha sido curiosa por mejorar su culinaria también.

La primera vez que fui a vivir a Japón, fui sin prepararme ni leer demasiado sobre su cultura. Y sin previo aviso de nada ni nadie fui a un té "con ceremonia". Cuando me pasaron aquel cuenco rústico, de paredes de barro gruesas en que mis morritos pensé se iban a quemar, lo agarré con las dos manos porque en una no cabía y, como niña bebiendo el cola-cao, bebí el té verde, pero sin mirar, porque sólo su color me recordaba al puré de guisantes del “exorcista” (no he podido quitarme esa imagen en mucho tiempo). Me dieron tales ganas de vomitar, que a la joven alemana que estaba a mi lado, la espetaba diciéndole:” si tú sabías esto, ¡me tenías que avisar!”. Pasé mucho tiempo quitándome el reflejo condicionado de probar té verde y que me produjeran arcadas.

Como esto me ocurrió el primer día, ya iba preparada para viajar y que me dieran el consabido desayuno, “nafto”, que son judías negras, alubias o frijoles bien negros fermentados, es decir, podridos un poco. ¡Ay! suspiraba por un poquito de pan con aceite.

Y la sopa miso. Idealizada por Junichiro Tanizaki en su “elogio a la sombra” y su descripción de cuando …”destapas un cuenco de laca hasta que te lo llevas a la boca, experimentas el placer de contemplar en sus profundidades oscuras un líquido cuyo….” Y yo lo único que experimento es un estremecimiento al llegarme su olor “desconocido” y dudar en volver la tapa a su sitio y que se vuelva a hacer el vacío en él.

Pero ahora quisiera también describir a parte experiencias culturales en el otro sentido. Por ejemplo: el polvorón navideño. Significa navidad, reyes magos, juergas hasta tarde, alegría, juegos en familia. Veladas interminables…. Se lo di a probar a una alemana y se murió de asco. “¡Sabe a manteca de cerdo! Pero, ¿no es un dulce?” –me dijo, con toda la razón. Yo tenía creado un reflejo condicionado. O no: me gustan los polvorones, ese sabor a manteca de cerdo y de toda la harina que me ahoga en la boca polvorienta…. Y con un toque de canela, quizá trocitos de almendra y algún ajonjolí. Y ella, era como yo con el té verde.

En la cocina actual de Ferrán Adriá a parte de buscar el arte de la composición pero con sabores no arriesgan. Se potencian los sabores de siempre, pero da miedo con los nuevos.

La máxima que cuidan los cocineros actuales, es sorprenderte con formas llevándote a sabores de la infancia, a mejorar sabores conocidos. Creo que esto lo han sacado de la película de Walt Disney de la rata. Y lo logran.

Los cocineros de hoy sólo buscan un sabor de siempre o mejorado. No arriesgan. No enseñan. Juegan y experimentan.

http://www.youtube.com/madridfusion

Recomiendo dar una vuelta por youtube y ver trabajos de estos cocineros. Realmente es un laboratorio de arte. Interesante.