Tuesday, December 15, 2009

italianos y venezolanos


Ayer estuvimos cenando con unos amigos de ambos países. Primero aclaramos cual iba a ser la lengua de comunicación entre nosotros y decidimos que en italiano, es decir, los italianos intentaban hablar todo terminado en “ese” y los de habla hispana, usábamos las manos para hablar. En muchos momentos, nuestra conversación fue en inglés, fluíamos a él.

En otros momentos, querían hacerse intercambio de presidentes, Berlusconi y Chávez y del “know how” de lanzar una figurita del "Duomo" democráticamente sobre un presidente sin riesgo de que te dejen cosido a balazos en el sitio. Se escogió a Simón Bolivar como arma arrojadiza.

Berlusconi, con la cara ensangrentada y dolorido por el golpe busca, en posición tensa con cara desencajada, de dónde ha salido aquello. En esas situaciones extremas, es cuando sale la verdadera naturaleza de las personas: el del guapo de barrio que busca a quien le ha agredido.

Y se preguntan ¿por qué? ¿Por qué le hieren y asaltan con un gesto tan violento al “Il Cavaliere”? Para aquellos que piensen que ser un triunfador en la vida, es ser millonario. Que es maravilloso poder manejar los medios de comunicación, porque eres dueño de ellos. Que piensan y actúan que a la gente se la puede comprar. Que la prostitución existe porque a las mujeres les gusta… entiendo que no entiendan el “¿por qué?”. No justifico nada, simplemente expongo.

De Chávez, esperemos a ver que hacen sus locos compatriotas con los recuerdos patrios.

Wednesday, December 9, 2009

Preso Número 32704

PRESO NÚMERO 32704

Samuel es de la región colombiana de Arauca. Del Arauca vibrador. Con tanta frontera con Venezuela que con el resto de su país. Eso me dice: que ha pasado más tiempo de su vida en Venezuela que en Colombia, entrando y saliendo. Una vida fronteriza. Dice que tiene mujer en Cúcuta, doctora otorrinolaringóloga de cincuenta y tres años. Él tiene treinta y siete y le quedan cuatro más en Hong Kong, en la cárcel de seguridad B de Stanley. No tiene hijos y no cree que los pueda tener, por lo menos con su mujer, le apunto. Creo que no está en broma. Y le creo, ¿por qué no?.

Le cuesta más hablar que a los otros. Hay que estar continuamente preguntándole cosas y no se sabe si está a gusto con nuestra visita. Tiene los ojos de color azul nublado. Quizá por el colesterol. Se queja de la comida. Me cuenta que comen en un comedor con otros cien no chinos, que en la cárcel están separados los comedores y la comida para los no chinos es eso, no china. La mayoría de estos cien, son paquistaníes. El no quiere estar en esa cárcel, quiere que le trasfieran a otra, pero no consigo saber por qué. No le gustan nada los chinos, “asco de raza”, dice y repite una y otra vez. “ Matan a su madre o a su padre y violan a niñas. Y por eso, les caen dos años. Y a mí, por un paquetico, me caen diez. Eso no es justicia”. Y no me queda más remedio que darle la razón.

Nos miran por encima del hombro, con una superioridad como si el resto fuéramos apestados” me sigue contestando a mi pregunta que por qué tiene tanta manía a los chinos. “Son maricos porque para ellos es normal tenernos aquí encerrados durante diez años sin que podamos acercarnos a una mujer”, “Son feos y con la cara aplastada” “Son iguales ellos y ellas” y así sigue su larga descripción de su odiada raza amarilla. Pienso que es normal, pues es aquí donde está en la cárcel, en Hong Kong.

Le digo que mejor aquí que en China o en el algún otro país del sudeste asiático, pues allá las penas que pueden aplicar son más duras, digo sin nombrar la pena de muerte. Y me dice que mejor estaría muerto que enterrado vivo como se encuentra ahora.

Me pregunta que a qué se dedica mi marido y le contesto que es importador de vinos. “ Pues si se pone la coca en el vino desaparece totalmente y luego con amoniaco se separa muy fácil”. Le digo que mi marido no está por la labor de hacerle compañía ahí dentro. Y se ríe. Es su vida y lo que ha hecho siempre.

Toda un personaje este Samuel. Es amargo. Acude a nuestras visitas con ilusión y creo que se queda pensando que nos enamora con su mirada inquietante. Me cuenta que del consulado llama a una chica a la que le pregunta que ha pasado con su carta que presentó en derechos humanos y la enamora.

La gente que se dedica al trafico de drogas es normal, de las que tienen principios morales. A ver: no son asesinos, depravados, pedófilos o ladrones. Gente como la que compra un billete de lotería para cambiar su vida. Son simplemente gente. Y en nuestra variedad humana, unos somos mejores personas que otros.

Monday, December 7, 2009

Una charla amigable en Stanley. Hong Kong


Hoy he vuelto a ir a la cárcel. Hay muchos nuevos reclusos que sólo hablan español y a los que ningún familiar visita pues la lejanía de sus hogares, lo hace casi imposible.

En la cárcel de Stanley de alta seguridad en sus dos clases A (más de diez años de condena) y B en Hong Kong, hay un total de 10 presos hispanohablantes. Dos peruanos, un uruguayo, un brasileño y el resto, colombianos. Las edades y las penas son diferentes. Considerando que lo que me cuentan se puede creer o no, ahí queda como testimonio biográfico o de ficción cosas que me contaron:

3300088: sansanlinglinglingbaba: Es un caballero andino de pelo canoso y cara de ángel, redonda y tez bronceada, “ mi señora pues, antes de que venga el oficial (de que se acaba la visita) solo quiero dejarle saber lo agradesido que estoy por que ustedes vienen y cuénteme lo que hay por ahí fuera”. Le han caído ocho años y ocho meses, tiene la celda ocho y su número de preso acaba en dos ochos. “ ¿es usted católica?, pues nosotros no creemos en eso, ¿verdá?. Para mi el ocho no es número de muy buena suerte”, me dice al hacerle notar que en China el ocho es número con buenos augurios.

Yo antes trabajaba para el gobierno en mi país”, “ tengo dos hijas en universidad y trabajando y un hijo que también trabaja ahora para el gobierno. Es… oficial. Policía.” En su primer viaje a Hong Kong dice que lo pillaron, en el 2004.

Soy de Cúcuta”. He vivido en Venezuela y en Colombia y eso me hace conocedora de algunas cosas de a pie de calle de allá (Venezuela y Colombia tienen ese tipo de relación que se tiene cuando son países vecinos, hermanos: para generalizar, no muy buena) y me hacen sus confidencias, aunque me saben española. Cúcuta es la ciudad colombiana fronteriza con Venezuela. De Cúcuta sé que es por dónde entraba y salía todo entre Venezuela y Colombia: contrabando de carne, leche, gasolina y armas, drogas y gentes supongo. Recuerdo que en 1984 faltaba carne y leche en Venezuela porque se la llevaban por Cúcuta. En Colombia era más cara que en Venezuela. Lo mismo con la gasolina que en Venezuela es muy barata obviamente. Con la droga me imagino que la salida por Venezuela puede ser otro canal de distribución. La gente de Cúcuta entraba y salía de Venezuela como si fuera su casa, pero allá son considerados los malucos colombianos. Empleadas domésticas y buenos trabajadores. Casi un millón de habitantes y la mayor tasa de desempleo del país.

Tuve una necesidad un mal día y se me ocurrió venirme a Hong Kong con un paquetico, mi señora” . Ya no quise preguntar si fue un día ocho o en agosto quizá.

Esta mañana estaba en el locutorio intentando hablar con mi familia y de repente oigo sansanlinglinglingbaba, y voy al oficial y me dice que tengo “visit” y yo le digo “ju, ju, quién” y me dice: una señora. Y he venido corriendo”. Creo que hay alegría en su comentario. Me ha dicho que los cuatro años que le faltan le parecen poco ya, pues la vida ahí es rutina y se pasan los días como si fueran años. Contradictorio. También me han dicho que en las últimas visitas que hicieron las chicas, él no ha salido, porque no se encontraba bien, porque estaba ocupado, porque no quería. No me ha dicho el motivo. A veces uno se deprime. Pero en nuestra conversación, el no decaer y dar paso a la tristeza es siempre una constante.

Una hora de charla agradable sobre el calentamiento global, la situación política, el tiempo, la celda, mis hijos y mi trabajo y de las noticias que a veces en resumen les envía su consulado y que por favor que no les llegan libros en español, que no saben que pasa y que quieren leer.

¡Hasta la próxima!