Sunday, May 17, 2009

Visita al Museo del Prado por la noche, en Madrid obviamente.

Ayer sábado por la noche, fue la noche de los museos, y sin más, decidí ir al Prado. Todavía no había ido a visitar la famosa ampliación con entrada por la puerta de los Jerónimos. Estaba cerrada. Entré entonces por la puerta principal y paseé, o mejor dicho, deambulé por la primera planta, disfrutando de ver las Meninas sin guiris. Había muchas familias que habían dedicado ese sábado por la noche a salir con sus hijos, pues era una bonita oportunidad. Oí a un niño que no tendría más de 12 años decir a sus padres en la sala de Velázquez –“eh, papá, mamá, ¿sabéis de dónde viene la palabra hermafrodita?- me volví, creo que bastante descaradamente con una sonrisa para ver la cara de los padres y oír su respuesta. Los padres me miraron con cara de pocos amigos. Eso tiene Madrid, lo mismo a una cotilla como yo la mandan a la porra por meterse donde no le llaman, o nos hablamos como si nos conociéramos de toda la vida. Había una maravillosa escultura de Hermes que se le mete Afrodita dentro que es una copia de una de mármol italiana y que se dice que supera al original.
Me gustó mucho Gaspar Melchor de Jovellanos, quiero decir eso que me pareció guapo. El Conde duque de Olivares, montando a caballo con las patas delanteras levantadas y como sino fuera con él, me pareció un prepotente fofo. Comentarios altamente artisticos. Sorry!
La familia de Carlos IV retratados por Goya me dio que pensar que por qué los madrileños celebramos el 2 de mayo pues si nos llegamos a quedar con Pepe Botella en vez de con la estúpida familia allí retratada, ahora tendríamos una democracia a la sueca ya legitimada y un país que no habría tenido que pasar por todas las guerras y odios creados durante los siglos XIX y XX. Así se escribe la historia.
Mis pensamientos fueron subiendo de grado de indignación al ver no sólo a los monarcas retratados, sus tejemanejes, de herencias familiares entre unos y otros, enviándose retratos, con certeza mejorados, para casarse con algún primo y que las herencias no salieran ya de sus mismas familias.
De los múltiples retratos a los temas religiosos: escenificando algo que desde luego, así como lo pintan, nunca existió. Los reyes magos con esos ropajes, la Virgen con el niño posando con santos mártires del futuro, en fin, una serie de escenas religiosas que se equiparan a las mitológicas.
Y con esas escenas, encargadas por monasterios y conventos, que junto con los monarcas, son los que se podían pagar estos caprichos artísticos para decorar las amplias paredes que tenían vacías para, salí de allí cuestionándome la monarquía y la religión. Y ahora que soy republicana y no creo en la iglesia tendré que volver al Prado para ver la ampliación.